martes, 16 de diciembre de 2014

Blog Reflejos de Luz

El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: «Oráculo, de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: ¡Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel! 
Nm 24, 2-7

Allí está la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno. 
Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 92
Una vez más, la Navidad viene a nosotros como noticia gozosa y también como encrucijada, como momento de decisiones.
Ya sabemos junto a quiénes tenemos que buscar al que ha venido a estar con nosotros. 
Se nos ha anunciado que es en medio de la debilidad de nuestra humanidad donde podemos encontrarlo. No hay otro lugar donde podamos aprehenderlo más que ese descampado de Belén de Judá, en el que un grupo de los que no saben, no pueden y no tienen, está en vela en medio de la noche. 
Por eso... necesitamos:
Rondar por ese lugar donde alguien ha empezado a existir–para–los–demás. 
Acercarnos a él sin intentar artificialmente vaciarnos de nosotros para parecernos a él. Sólo después de haber encontrado un tesoro se vende gozosamente todo lo demás, dirá él de mayor. Sólo cuando los oídos han captado la música, pueden los pies ponerse a danzar.
Exponernos "al raso", como los pastores, por si acaso nos alcanza la melodía de su canción: "Gloria a Dios, paz a los hombres que él quiere tanto", y dejarnos arrastrar por ella, tararearla en lo secreto de nuestro corazón. Y si nos es dado, ponernos a danzar a su ritmo, aunque sea una locura.
Acercarnos hoy a esos rincones del mundo donde acampa silenciosamente el Verbo, 
donde acampa hoy su humanidad doliente. Ofrecerle (ofrecerles) abrigo, acogida, suelo donde acampar

Una estrella te indicará dónde estoy, síguela. Con ella quiero hacerte los mejores regalos
Te regalo a mi Madre, para que sea tu Madre. 
Te regalo mi alegría para que tengas una fuente inagotable de paz. 
Te regalo mis fuerzas para que te sostengas en tu cansancio cuando sirvas a los demás. 
Te regalo la quietud de la noche bendita de mi nacimiento para que llenes tu alma de paz. 
Te regalo mis ojos para que con ellos puedas dar una nueva mirada a este universo que puse a tu servicio. 
Te regalo mi corazón para que lleno tu corazón de él, puedas prodigarte a los demás. 
Te regalo la mula del establo para que calientes con tu fervor. 
Te regalo mi sencillez para que puedas llegar al Reino de los Cielos. 
Te regalo la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar y mi valentía para cambiar las que puedo. 
Te regalo mis ángeles para que te enseñen a ser mensajero de paz. 
Te regalo la miel que llevaron los pastores para que endulces la vida de los tuyos con cariño y generosidad. 
Te regalo mi humildad para engrandecerte. 
Te regalo mi estrella para que te muestre el camino que a mí conduce. 
Te regalo la luz de mi mirada para que guíe tus pasos. 
Te regalo mi alegría para que con ella contagies al mundo. 
Te regalo mi ternura para que con ella sirvas a los pequeños y a los necesitados. 
Te regalo mis manos para que con ellas construyas mi Reino. 
Te regalo mi amistad para que en ella te apoyes. 
Te regalo mi paz para que la contagies a todos los que crucen en tu camino. 
Como la estrella iluminó el camino de los reyes, recibe la luz de mi amor para que la irradies a los demás. 
Te regalo mi pesebre para que en él repose tu corazón. 
Te regalo el sol para que así como él alumbra al mundo, alumbres tú la vida de tu familia y tus amigos. 
Te regalo mis pies para que te guíen por el camino de la verdad. 
Te regalo mi boca para que con ella denuncies la injusticia. 
Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad. 
Este regalo, esta estrella es la mejor estrella… el regalo que te hago en Navidad.


CANCIÓN (David Bisbal y Gisela)
Siguiendo una estrella he llegado hasta aquí.
Aunque es largo el camino yo seguiré hasta el fin.
Cuando sientas miedo y no puedas seguir,
su luz es tu destino y hoy brilla para ti.
Cógela y aprieta fuerte, lucha cueste lo que cueste
Contra el viento contra el fuego llegarás al mismo cielo.

Mi estrella será tu luz. Coge mi mano yo estoy contigo
Esto es un sueño. Sueña conmigo.
Mi estrella será tu luz  Y conseguirlo no es tan difícil
si la voz te sale del corazón

Juntas nuestras manos la estrella brillara.
La música es la fuerza que nos empujara
Tantos corazones en una sola voz.
Tantas ilusiones en un corazón.

Una estrella en el mar anuncia Navidad.
Mi timón encamino hacia su claridad.
En el barco tú estás remando sin cesar
y, juntos, haremos realidad la navidad.

Esa estrella navega por la profundidad del mar
como tú y yo cuando queremos llegar a los demás,
cuando Jesús nos llama a bregar y bregar.

La noche nos guía, la tempestad podemos calmar
cuando anclamos nuestra vida en un horizonte que está más allá.

Marineros de la vida echamos las redes
queriendo alcanzar aquello que da paz a nuestro ser,
aquello que nos acerca a la estrella de Belén.

Estrella de mi mar, luces intensamente y
quiero acercarme a ti, de puntillas, en silencio,
acogiéndote en mis manos, contemplando tu misterio.

Navidad, estrella, mar, oleaje... se acercan a la orilla
de mi vida y la tuya.

Hagamos realmente una navidad llena de estrellas
que den luz a los demás.

Encar_AM
 
En Adviento, quien desespera, es porque no espera ni quiere esperar en nada ni en nadie.
En Adviento, quien no espera, es porque –tal vez- sólo espera en sí mismo.
En Adviento, quien aguarda, es porque sabe que lo bueno está por llegar.
En Adviento, quien confía, es porque intuye que Alguien está por llegar.
¿Qué tienes Adviento que truecas la noche en día y transformas la soledad de vértigo en compañía?
¿Qué tienes Adviento que nos empujas y nos animas contra toda desesperanza?
¿Qué tienes Adviento que nos despiertas del letargo de la monotonía?
¿Qué tienes Adviento que levantas nuestra vista hacia el horizonte?
Tienes la luz que iluminará la noche más estrellada de la Navidad
Posees el despertador que espabila la fe dormida o amordazada
Tienes, más allá de la Navidad, la llegada de Aquel que de una vez por todas vendrá hasta nosotros
Escondes, en ti mismo, la fuerza que nos invita a pensar en un Dios que viene al encuentro del hombre

¿Qué nos das, Adviento, para que en ese dar, siempre siembres un poco de paz y de sosiego?
¿Qué secreto te traes entre manos, Adviento, para que se nos vayan desvelando tantos misterios?
¿Qué grandeza nos descubres, Adviento, para que el corazón vuelva del rencor al amor y el hombre de la violencia a la paz?
Fluyes en la Palabra que, según se había entretejido desde antiguo, por fin se cumple
Regalas la capacidad de asombrarnos ante un mundo que nos adormece
Presentas, entre otras cosas, la caricia de Dios que hace que desparezca la parte más negativa del ser humano.

Gracias, Adviento, porque haces de nuestra mente un pensamiento para Dios.
Gracias, Adviento, porque nos invitas a volvernos sobre nosotros mismos.
Gracias, Adviento, porque cuentas con nosotros como vigilantes de un gran amigo.
Gracias, Adviento, porque aún siendo hijos de Dios, sabemos que tenemos mil defectos que dejar en el camino, para poder entrar con libertad, sin dificultades  y con amor en Belén.
 
¡Oh Dios! Restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.  
Salmo 79

Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva».
Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 10
 
 
Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. 
Is 48, 17

El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien.
Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 9

Está delante de mí.
Tu grito, golpea continuamente a mi puerta.
Hoy quisiera hablar contigo para que repienses tu llamada.
Hoy te quiero decir: ¿Por qué Dios preguntas? ¿A qué Dios esperas?
¿Qué has salido a buscar y a ver en el desierto?
Escucha a tu Dios, mujer y hombre  de Adviento:
"No llames a la puerta de un dios que no existe,
de un dios que tú te imaginas...
Si esperas... ábrete a la sorpresa del Dios que viene
y no del dios que tú te haces...
Tú, hombre y mujer,  todos, tenéis siempre la misma tentación:
hacer un dios a vuestra imagen.
Yo os digo, yo Dios de vivos,
soy un Dios más allá de vuestras invenciones.
Vosotros salís a ver donde está Dios... Os dicen:
"aquí está” pero no lo veis, y os sentís desanimados
porque Dios no está donde os han dicho...
Y Dios está vivo. Pero vosotros no tenéis mentalidad de Reino:
no descubrís a Dios en lo sencillo.
Os parece que lo sencillo es demasiado poco para que allí esté Dios.
Sabedlo: Yo, el Señor Dios, estoy en lo sencillo y pequeño...
Hombre y mujer  de hoy y de siempre:
deja espacio a tu Dios dentro de tu corazón.
Sólo puedo nacer y crecer donde mi palabra es acogida.
Qué tranquilo te quedas, haciendo -lo que hay que hacer- porque -
haciendo las cosas de siempre- evitas la novedad del Evangelio.
Pero yo te digo que tu corazón queda cerrado,
y tus ojos incapaces de ver el camino por donde yo llego.
No te defiendas como haces siempre.
No te escondas bajo ritos vacíos.
Hombre y mujer, si me esperas, deja de hacerme tú el camino
y ponte en el camino que yo te señalo por boca de los profetas.
Abre el corazón a mi Palabra.
Yo, tu Dios, te hablo
Posted: 12 Dec 2014 02:30 AM PST
1.LA LUZ DE LA PALABRA. Acércate al pensamiento de Dios. La lectura de su Palabra te hará comprender y entender qué es lo que Dios quiere de ti y para ti. O, tal vez, lo sentirás más cerca, más vivo, más comprometido con tu existencia.
2.LA LUZ DE LA VERDAD. El Señor aparecerá desnudo en Belén. Esa es una gran realidad: DIOS se despoja de su grandeza para llegarse hasta nosotros con un objetivo: que sea la VERDAD frente a tantos dioses que invaden nuestra conciencia y nos convierten en esclavos del relativismo. 
3.LA LUZ DEL AMOR. Las personas, además de medios económicos, necesitamos del cariño de aquellos que nos rodean. Sólo los corazones obstinados y duros son incapaces de reconocer la enfermedad que nos atenaza: somos calculadores y fríos. Jesús, con su nacimiento, remueve el cemento de nuestras entrañas para convertirlo en algodón que acoge y disfruta dándose a los demás.
4.LA LUZ DE LA ESPERANZA. Las noticias negras nos sacuden y condicionan nuestra felicidad. Los sucesos negativos nos llevan a una conclusión: el mundo va a la deriva. La esperanza cristiana no nace de los grandes regidores del mundo sino, por el contrario, de Jesús Salvador que nos trae otra óptica sobre nuestra humanidad.
5.LA LUZ DE LA FE. Si dejamos de mirar al cielo sólo nos quedará el suelo y, ese suelo, se agrieta frecuentemente. La fe es una lente por la que, aun sin ver, creemos que DIOS vive y se manifiesta de una forma extraordinaria y vertiginosa en Cristo. Lo podremos tocar, adorar y cantar. La fe nos hace tremendamente invencibles.
6.LA LUZ DE LA IGLESIA. Algunos quisieran una Iglesia recluida y sin luz interna. Es más; algunos sólo pretenden unos templos artísticamente bellos por fuera pero sin vida divina por dentro. El Adviento nutre a la Iglesia de aquello que la hace única, imperecedera y soñadora: Jesús es su energía y su razón de ser.
7.LA LUZ DEL OPTIMISMO. Un Niño nos va a nacer y, la casa de nuestro corazón, es traspasada por la alegría. Nadie nos puede robar el sentido más genuino de la Navidad. Tendremos que ser respetuosos con los que se quedan sólo con el celofán navideño pero, nosotros, tendremos que ser como Juan Bautista: anunciar que Alguien está por llegar. Eso produce una sensación de optimismo real y contagioso. 
8.LA LUZ DE LA ORACIÓN. ¿Cómo será ese Niño? ¿Cómo vendrá? ¿Por qué Dios se presenta pequeño y silencioso? La oración es una luz que nos ayuda a prepararnos al acontecimiento de la Navidad. Un cristiano que no reza en adviento es un cristiano que puede ser seducido e inmovilizado por lo secundario o por lo artificial. Quien reza en adviento se convierte en un pesebre donde Dios nacerá con especial vigor.
9.LA LUZ DE LA SOBRIEDAD. Las circunstancias dolorosas de muchas personas reclaman de nosotros no sólo solidaridad sino caridad. El adviento, como Juan proclama, nos invita a despojarnos de aquello que puede estorbar a un Niño que merece la mejor habitación de la casa de nuestra persona. Si nos volcamos con los demás…Dios nacerá en toda su magnitud en nosotros.
10.LA LUZ DE LA EUCARISTÍA. La Iglesia es una gran familia que, cuando se reúne, pide perdón, escucha, reza, canta y hace presente el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Eucaristía, en adviento, nos hace mejores centinelas, nos mantiene despiertos, nos llena del Espíritu de María y, sobre todo, nos centra en lo esencial: DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO.

Javier Leoz

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